Sentada en mi
escritorio, estudiando, pero no estaba concentrada. Empezó a sonar una melodía que
poco a poco se fue incrementando en volumen. Su foto aparecía seguida de su
nombre, tardé en contestar, hasta que al final lo hice sentándome sobre mi cama
despreocupadamente.
-Hola.- Saludé con un
tono indeciso
-Hola.
-¿Qué pasa?
-Te echo de menos.- Descubrí
que se siente al darte un infarto.
-Y yo a ti.
-Entonces ábreme.
-¿Abrir el qué?
-La ventana si quieres
verme, la puerta si para ti eso no es suficiente.
Me levante de mi cama
rápidamente y abrí la ventana aun estando al teléfono. Le lancé una sonrisa y
él me la devolvió.
-¿Solo querías verme?
Le volví a sonreír, y
sin cerrar la ventana y dejando caer mi teléfono sobre la almohada, baje al
piso de abajo, donde se encontraba mi padre, pase rápido, ignorando su
presencia, como si fuese un mueble más de la casa. Abrí la puerta. Ahí estaba.
Con su gorrito negro donde le asomaba parte de su pelo castaño. Tenía nieve
hasta en las pestañas. Le abracé, yo aun con mi bata de casa, y en ese momento
olvidé que era invierno, que nevaba, que la puerta de mi casa seguía abierta…
Todo fue olvidado en ese momento.
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