Believe

Mirando al horizonte, quizás hallemos nuestro norte.

domingo, 28 de abril de 2013

Aquella pequeña diferencia...

Llega un día en que miras atrás y ves la diferencia, la sutil diferencia,  entre una vida planeada, controlada, cuadriculada, y una vida despreocupada, improvisada. Te das cuenta que los besos no son contratos ni obligaciones sino impulsos del corazón, ves la disimilitud entre un te quiero sincero y uno con intenciones ocultas. Te das cuenta que tu eres el único protagonista, y como tal, no debes ser controlado ni manipulado, aunque a veces sea así. Te das cuenta que el tiempo, aquella esencia abstracta, es tu única limitación, la única. Todo lo que se lleva no vuelve. Y entonces empiezas a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada recta, afrontandolo todo con la gracia de un adulto y no con la tristeza de un niño. Y comienzas a construir caminos con la mentalidad de que igual mañana son inestables y se derrunban, y aprendes que el futuro es un hueco irreparable, pero como todo precipicio tienes opciones, rodearlo por arriba, contruyendo un puente, o por abajo, sin contruir, pero más largo.
Con el tiempo aprendes que el sol, por muy bonito que sea, te quemas, y que le diste importancia a personas sin importancia. Claso error.
Descubres que las verdaderas amistades crecen día a día, a pesar de las distancias. Y por fín comprendes que la vida no se caracteriza por lo que eres, sino por lo que tienes, y que los buenos amigos son la familia que la vida nos permitió escoger.

No hay comentarios:

Publicar un comentario